jueves, 19 de julio de 2012

El Dios de los Huecos

La divinidad, poliforme o monoteísta, personalizada o no, fue retrocediendo ante el avance del conocimiento humano. Nuestros antecesores necesitaron calmar su angustia ante la incertidumbre que les generaba no saber si el sol iba a volver a salir otra vez, e intepretaron la noche como una batalla entre la luz y las tinieblas, análogamente a una muerte y resurrección del cristo.

Cuando comprendimos que habia una mecánica estelar, que el sol cumplía su horario sin falta, supusimos que La Divinidad así lo había dispuesto, pero que la creación funcionaba entonces inercialmente por un impulso primario, un Primer Motor, pero ya de manera autónoma. Dios retrocedió a ser la chispa inicial, y alguien que rara vez interviene, porque los milagros, para ser milagros, no pueden ser habituales.

El sol orbitaba alrrededor de la Tierra porque debíamos (queríamos) estar en el centro de la escena, si nos dio tal libreto debemos tener el papel protagónico, porque el creador asi lo habia dispuesto para nosotros. Pero Copérnico y Galileo (aun ellos, creyentes) nos sacaron nuestro papel de protagonistas y nos pusieron en un papel, digamos, de reparto.

Luego las sondas Viking nos pusieron en casillas con la famosa foto del pálido punto azul (foto, derecha), como le llamó Carl Sagan. Apenas una "mota de polvo en un rayo de sol", ya ni siquiera una pieza fundamental en el la pieza de relojería que es el sistema solar. Junto con Dios, retroceden las ínfulas de Divas Cósmicas que siempre tuvo la humanidad.

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